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¿Cuántas veces nos ha sucedido sentir que la nariz nos pica, o sentir que se nos cierra la garganta, que nos da un ataque de tos, o sentimos que la piel se pone más sensible, nos arde, o nos pica? O también esas ocasiones en las que nuestro sistema digestivo reacciona violentamente, dolorosamente, en forma caótica ante la ingesta de un alimento en particular. Nuestro cuerpo se manifiesta. En algunos casos detectamos esto como una alergia. En otros, directamente generamos un rechazo hacia ciertas cosas y se expresa con situaciones en las que rechazamos estar en ciertas situaciones (gatos, flores, polvo, etc). En otras ocasiones rechazamos ciertos alimentos (carnes, gluten, alcohol, mariscos, huevos, etc) ya sea consciente o inconscientemente porque nos caen mal.

Desde el punto de vista médico, la alergia es una hipersensibilidad en mi cuerpo ante algo que al resto de las personas no les afecta del mismo modo. Más técnica y específicamente es una reacción anormal de mi sistema inmune que se presenta en forma particular en mi persona ante estímulos que son inocuos para otras personas.

El mecanismo de la alergia dispara en nuestro cuerpo un aumento de una amina que al exceder ciertos niveles provoca la reacción que nosotros vemos o sentimos. Esta amina llamada Histamina es la encargada de varias funciones vitales para nuestra subsistencia.

La función principal de la Histamina está relacionada con nuestro sistema inmunológico y de defensa. Ante la presencia de cualquier amenaza es la encargada de dirigir los glóbulos blancos hacia el agente agresor para encapsular y evitar su propagación. Se produce en ese momento aquello que llamamos inflamación, un aumento de la temperatura local en esa zona, y comienza la lucha del cuerpo contra ese invasor.

Pero también la Histamina está presente en muchas otras funciones como la cicatrización, la generación y manejo de ciertos neurotransmisores, la digestión y la secreción de jugos gástricos, la contracción de músculos lisos, la regulación del ritmo cardíaco, la regulación de la temperatura corporal, la gestión de las hormonas diuréticas (retención de líquidos), la sensación de apetito/ saciedad, la regulación del sueño, etc. Un síntoma alérgico nos viene a contar mucho más que lo que parece evidente.

Permitamos a nuestra comprensión ir un poco más allá de lo estrictamente médico, agradeciendo y tomando lo que la medicina nos ha aportado. Volvamos a nuestro camino de consciencia y desde allí analicemos el mensaje que el síntoma nos trae en este caso.

Tal como vimos, estamos en presencia de un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo. y recordemos siempre también que nuestro ser biológico jamás hace nada al azar. La pregunta que nos surgirá de inmediato será

¿De qué se está defendiendo nuestro cuerpo?

La pregunta puede resultar difícil de responder en una primera instancia si tomamos la escena delante nuestro como algo aislado. Pero vayamos un poco más allá en nuestro camino de consciencia y démonos cuenta que quizás eso que está aquí delante nuestro pueda tener una representación real o simbólica más allá de lo que podemos ver. Nuestro inconsciente biológico está reaccionando, pero ya no frente a eso que tenemos delante, sino al recuerdo que podamos tener asociado a él.

Frente a una situación traumática o dolorosa en la vida, podemos reaccionar de varias maneras. Una de las opciones que frecuentemente sucede (dependiendo de lo fuerte que haya sido el impacto emocional) es un bloqueo. Nuestra mente bloquea ese recuerdo, enviándolo al inconsciente para que podamos mantener nuestro equilibrio emocional y seguir funcionales frente a la vida. Sin embargo una de las tareas que hace nuestro inconsciente en ese momento es tomar una foto de todo aquello “sensorial” que pueda recolectar de esa escena. Recuerda olores, colores, sonidos, lugares, nombres, fechas, sabores, etc. Hagamos de cuenta que guarda toda esa información y la deja en un tablero como si fuera una dependencia policial con el cartel de “Buscados”. Sin que nos demos cuenta esa “Oficina de Defensa” de nuestro cuerpo está continuamente a la búsqueda de esos “Sospechosos”.

Cuando repentinamente en nuestra vida aparecen dos, tres, o más de cuatro de esos “Sospechosos”, nuestra “Oficina de Defensa” reacciona inmediatamente enviando un rush de histamina a esa zona del cuerpo donde siente que el ataque podría hacerse presente. En realidad lo que está haciendo es buscando protegernos a nivel inconsciente ANTES de que esta escena se repita, provocando un estado “alérgico”.

Es entonces que comprendemos que esos “Sospechosos” a los que apunta nuestro inconsciente son tan solo testigos involuntarios de aquel suceso doloroso. Reaccionamos repentinamente frente al olor a polvo cuando probablemente de lo que nos quiera proteger nuestro inconsciente es de una escena dolorosa que sucedió en un lugar que olía a polvo. Pero también podemos ir un poco más allá. De repente podemos reaccionar frente a una rosa por algo que sucedió en el día de Santa Rosa. O podemos reaccionar frente a un camarón porque su forma nos recuerda algo en particular. O podemos reaccionar frente a la presencia de Julio (persona, mes, etc) cuando en la escena original quien quizás estaba presente era una Julieta, una Julia, o Julian, o alguien que cumple años el día de San Julio.

Todo esto es decodificable y sanable cuando hay un consultor que te ayuda a ver lo que quizás tu no puedes ver en este momento. Lo que buscamos en este caso es sanar la emoción relacionada con ese evento traumático que ocurrió para quitarle energía a ese momento y poder trascenderlo.

Es importante en este caso también comprender ¿Para qué me sucedió ese evento traumático? Podemos allí comprender que ese evento es un campo más de información que está en esa maravilla que es mi vida. Si nos permitimos ir más allá nos espera, como siempre el obsequio más grande y maravilloso, que es poder comprender el propósito de nuestras vidas, trascenderlo y permitirnos vivir en plenitud.

Te invitamos a que nos cuentes cuál es tu alergia más frecuente y que juntos podamos comprender su mensaje sanador.

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